La respuesta es que "No". Mantenemos una cultura de trabajo que no se adapta a las características de los empleados 3.0 de hoy en día, ya que no se aprovecha de los beneficios de las nuevas tecnologías.
El trabajo ha evolucionado de la mano que ha evolucionado la sociedad. Sin embargo, en la actualidad no conseguimos alcanzar un modelo que permita conciliar la vida profesional con la personal, pese a que ya contamos con los medios y la tecnología suficiente para lograr un desempeño eficiente desde cualquier lugar.
Internet y los dispositivos móviles han modificado nuestra forma de comunicarnos, de aprender, de viajar, de acceder a información... y cada vez parece más impensable vivir sin las comodidades de estas nuevas tecnologías. Entonces, ¿Por qué seguir anclados en un modelo de trabajo que no se aprovecha de estas ventajas?
300 años atrás nos encontrábamos ante un modelo de trabajo rural caracterizado por que no existía una separación entre la vida laboral y la vida personal. Es decir, durante esa época la gente se despertaba, desayunaba, cuidaba de sus animales, de la casa y el campo y se ocupaba de los niños durante todo el día. Por tanto, no se etiquetaban las actividades como trabajo o tiempo personal, solo había vida en general. La gente vivía por y para el trabajo.
Esta situación cambia a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando se produce la Revolución Industrial, que supone el nacimiento de los horarios fijos. En este momento, para que las fábricas pudiesen funcionar era necesario que todos los empleados estuviesen presentes al mismo tiempo por lo que había que fijar unos horarios de entrada y de salida. Así, se empezó a distinguir claramente entre el tiempo de trabajo en la fábrica y el tiempo de ocio.
Más recientemente otras revoluciones diferentes han impactado en nuestras formas de trabajar como son la revolución tecnológica y los trabajos de conocimiento. Hoy en día, gran parte de nuestras tareas no requieren la presencia de otras personas para poder llevarse a cabo. Además, los avances tecnológicos actuales permiten que trabajemos desde cualquier lugar y a cualquier hora si las empresas apuestan por implantar un programa de teletrabajo. Entonces ¿Por qué seguimos manteniendo unos horarios y un lugar de trabajo fijos cuando ya no son estrictamente necesarios?
La aparición de internet, los dispositivos móviles, las herramientas en la nube y todo tipo de innovaciones han provocado la aparición de un nuevo modelo de trabajo, caracterizado por la desaparición de los límites entre tiempo y espacio que definían el lugar de trabajo. Sin embargo, continuamos anclados en el modelo de horarios fijos que definía al trabajo durante la era industrial. Así, hoy en día coexisten dos modelos de trabajo con características distintas.
Por tanto, nos encontramos ante una contradicción entre las facilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías y el presentismo y horarios fijos que definen nuestro modelo de trabajo. De ahí surge la necesidad de que la cultura de trabajo sepa cómo evolucionar con las características de sociedad en la que vivimos actualmente y que nos ofrece beneficios que antes no disfrutábamos. Un programa de teletrabajo, es decir, romper con el presencialismo que caracteriza la cultura de trabajo de hoy en día, es una buena forma de evolucionar hacia delante, pero para ello necesitamos contar con herramientas que nos permitan llevar a cabo una evaluación del desempeño eficaz y objetiva.