Eficiencia empresarial: secretos de una empresa eficiente
Eficiencia no es lo mismo que eficacia. Mientras que este último concepto hace referencia a la la capacidad de lograr el efecto deseado o previsto, el primero implica la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un objetivo con el mínimo de recursos posibles. Ambos son conceptos muy valorados dentro de una empresa, y en el post de hoy nos vamos a centrar en este último, la eficiencia, ya que se trata de un concepto que todas las empresas deben buscar, sin importar su tamaño o su área de negocio.
Podríamos decir, para resumir, que la eficacia se reduce al fin, mientras que con el término eficiencia se habla de los medios pero siempre con orientación a un objetivo de ajuste que implica una optimización del aprovechamiento. Se puede ser eficiente sin ser eficaz y del mismo modo, también es posible ser eficaz sin ser eficiente, aunque lo ideal es una combinación de ambas cualidades.
Las organizaciones buscan la excelencia empresarial. Esta solo se puede alcanzar a través de la eficiencia, logrando un equilibrio adecuado con la eficacia. Existen varias maneras de conseguir que este objetivo se haga realidad:
- Teniendo en cuenta a las personas.
- Potenciando un modelo en el que las interacciones y la confianza entre los integrantes de la organización sea el motor de la compañía.
- Logrando el compromiso de las personas, especialmente en negocios intensivos en capital humano.
- Garantizando el diseño eficiente de la organización y sus roles, la colaboración y la gestión del talento.
En la práctica, el modo de llevar a cabo este tipo de acciones para por incorporar todos estos aspectos a programas de mejora de la eficiencia.
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La eficiencia empresarial en España
La productividad en España es inferior a la de casi todos los países europeos (excepto Portugal y Polonia), su eficiencia no es tampoco destacable y, sin embargo, los españoles estamos entre los trabajadores que más horas pasan en la oficina. Nada menos que una media de 1.780 horas por año, según datos del Institut National de la Stastistique et des Études Économiques (INSEE) y de la OCDE, en España.
Esta cifra astronómica sólo la superan Japón con 1.790 horas, Estados Unidos con 1.800 horas y Corea del Sur con 2.100 horas. Tres países que alcanzan cotas de productividad superiores a las nuestras, por otra parte. Entonces, ¿qué es lo que falla?
Dentro del continente europeo, estas jornadas laborales no son la tónica general. Por ejemplo, en el Reino Unido su media está en torno a las 1.630 horas, muy similar a la de Suecia con 1.600 horas. Los países centroeuropeos bajan el listón: Francia 1.540 horas, Alemania 1.410 horas y Holanda 1.390 horas. Incluso otros países del Sur de Europa tienen un horario laboral más razonable, como es el caso de Italia con 1.560 horas.
La permanencia en la oficina y el figurar en el puesto de trabajo, una costumbre muy española, nos aleja de la productividad, que se basa en:
- Un mejor aprovechamiento del tiempo.
- Mayor calidad de la actividad realizada.
- Eficiencia empresarial positiva.
Las claves de la eficiencia empresarial
Rendimiento y productividad son factores necesarios para garantizar el éxito de una empresa. Sin embargo, el mantenimiento de ese nivel es el resultado de un proceso de acumulación de buenas decisiones y de trabajo riguroso, un esfuerzo que involucra a todos y requiere de compromiso.
La intuición, la improvisación y la suerte quedan fuera de este ámbito. En cambio, son requeridos profesionales competentes que aporten valor al negocio, una cultura de empresa sostenible y fuente de pensamiento unificado y la implementación de buenos hábitos laborales inspirados en la disciplina. Son las claves de la eficiencia y el punto de partida de la generación de las condiciones óptimas para garantizar la satisfacción en empleados, clientes, proveedores, distribuidores y toda la red de contactos del negocio.
Reconocer una empresa eficiente es sencillo, ya que todas las que lo son presentan los siguientes atributos básicos:
- Creación de valor y generación de riqueza.
- Definición clara de objetivos y adecuación de planes para garantizar su consecución.
- Forma sistemática de operar aplicada a procesos y sistemas, orientada a resultados positivos.
- Conocimiento y preocupación por satisfacer las necesidades expectativas y deseos de sus clientes.
- Diseño de planes de desarrollo y mejora continua.
- Fomento de los programas de motivación laboral.
- Promoción del desarrollo profesional de los equipos de trabajo.
Cuando una empresa alcanza la eficiencia, su principal objetivo y su prioridad ha de ser mantenerse y seguir creciendo. Para ello es necesario el compromiso de todas las partes y el diseño de una estrategia sobre la que continuar progresando.
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