Mejora continua: cómo hacer crecer a las personas
Hacer crecer a las personas es la tarea más importante y especializada de los roles directivos en cualquier empresa.
Sin embargo, la realidad muestra que una gran mayoría no se ocupa de esta faceta de su responsabilidad y que sólo un reducido número de ejecutivos y managers comprenden la importancia estratégica de fomentar el desarrollo individual.
Esta situación proviene de la falta de información objetiva. De hecho, la mayoría de los directivos están seguros de que los trabajadores a su cargo emplean el 80% de su tiempo dedicados a actividades productivas y tareas prioritarias. Este espejismo es solamente el escenario soñado por todos y podría representarse como muestra la siguiente tabla:
Al hablar de tareas prioritarias o ?Core Tasks? se hace referencia a diseño, programación, contabilidad o cualquier otra actividad directamente relacionada con las tareas principales y más productivas de cada perfil.
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Representado de forma más visual, mostrando la división por actividades del tiempo de trabajo en horas, este escenario ideal se ve así:
Sin embargo, cuando se introducen las métricas se comprueba que la realidad está bastante lejos de lo esperado. La sorpresa es común y al descubrir los datos objetivos:
El desajuste existente en la realidad en cuanto a los tiempos de trabajo queda representado de la siguiente forma:
Si bien, aunque puede parecer frustrante, lo cierto es que ya se ha conseguido el primer paso, el más importante: abrir los ojos a la realidad. ¿Cómo un rol directivo a va a comprender la importancia de gestionar el talento si no conoce a las personas o su modo de trabajar? ¿De qué forma podría un ejecutivo ayudar a crecer a sus empleados cuando ignora en qué punto se encuentra cada uno?
La clave son las métricas. Definir un perfil óptimo, pero a la vez realista, es el siguiente paso a tomar. A partir de ahí, se ha de proponer un plan de mejora que las personas puedan alcanzar en un plazo determinado.
El escenario que propone el perfil óptimo puede ser alcanzado en pocos meses. Gracias a las métricas es posible, además, mantener los resultados y continuar mejorándolos con el tiempo.
La base de la mejora continua son las mediciones, la única manera posible de tomar el control de una situación, acceder a un análisis confiable y realista y progresar como empresa, creciendo en conjunto, pero en base a un desarrollo individual, como dictan los principios de la gestión del talento.
Para llegar hasta aquí es necesario plantearse una estrategia en tres etapas:
1) Obtener las métricas y compartirlas: a través de la comunicación de la cultura de empresa, la formación y la información.
2) Definir junto a las personas el perfil óptimo: para personalizarlo al máximo, ganando en realismo, y logrando el ajuste necesario a la estrategia de empresa y objetivos marcados.
3) Definir planes de mejora para trasladar lentamente los valores reales a los deseados: comprendiendo que es un proceso, un camino, y no un destino. La meta es continuar mejorando y ser constantes. La ambición es necesaria, pero los pies se deben mantener en la tierra.