España queda en uno de los últimos puestos de Europa a nivel de productividad laboral, según la Comisión Europea, solo por encima de Italia y Luxemburgo. El conjunto de países de la Unión Europea crecerá una media de un 1,1%, mientras que España solo lo hará el 0,4%.
En este blog, hemos hablado multitud de veces de la importancia de la productividad laboral y empresarial. Porque, aunque a muchos no se lo parezca, se trata de un factor crucial. Este año no trae buenas cifras para la situación laboral de España. El mes de enero ha sido el peor en materia de contratación desde el año 2013, y la productividad aumenta a un ritmo más bajo que el resto de países de la Unión Europea, según los datos del Instituto de Estudios Económicos (IEE).
Según este informe, España tendrá una de las tasas más bajas de crecimiento de la productividad de la Unión Europea: solo crecerá el 0,4% en 2019, ocupando uno de los últimos puestos, solo por delante de Italia y Luxemburgo. Por otra parte, el mayor crecimiento de la productividad laboral se centrará en Rumanía (4%), y Polonia y Bulgaria (3,4%), mientras que países como Eslovaquia, Hungría y Letonia tendrán un crecimiento aproximado del 3%.
¿Por qué ha bajado tanto la productividad laboral?
Entre los años 2002 y 2006, la productividad por puesto de trabajo solo creció 0,3 puntos porcentuales al año. En aquella época, los recursos se concentraron demasiado en la construcción, un sector poco productivo para el empleo. Y la deuda, basada en el valor de los activos inmobiliarios, permitió que el aumento de los salarios fuera mayor que el aumento de la productividad.
Para corregir este desequilibrio, se produjo una oleada de despidos. Esto hizo que posteriormente los esfuerzos se centrasen en la creación de puestos de trabajo, descuidando en gran medida la productividad real de los trabajadores. Con el objetivo de revitalizar el mercado laboral, se dejó también al margen la cualificación y la experiencia. Estos dos factores fueron críticos para el empeoramiento a posteriori de la productividad del país.
Obstáculos para la productividad laboral
Cuando el paro aumento, todos los esfuerzos se centran en generar empleo e incorporar gente al mercado laboral. La productividad, lógicamente, pasa a un segundo plano. Lo principal es que la gente tenga trabajo, aunque ello suponga que los perfiles profesionales cuenten con menos cualificación y experiencia. Con lo cual, el paro disminuye, pero no se presta atención a la productividad. Si la situación fuera económicamente saludable, y todo el mundo tuviera trabajo, podrían centrarse los esfuerzos en mejorar cosas. Pero al no ser así, las energías han de centrarse en lo más básico, la creación de empleo. La productividad laboral queda relegada, y con el paso del tiempo se acaba notando en los resultados empresariales.
La productividad laboral en la actualidad
Pese a la salida progresiva de la crisis, España no ha conseguido modificar todavía el comportamiento que le llevó a crear empleo. Ahora, los esfuerzos deberían centrarse en mejorar esa estructura laboral que se ha podido construir hasta la fecha. Todos los aspectos secundarios, entre los que se incluía la productividad laboral, deberían ser puestos ahora sobre la mesa para recibir la atención que merecen. Sin embargo, en lugar de centrar los esfuerzos en la productividad, está siendo descuidada.
En su momento, el Banco de España lanzaba el siguiente aviso: era necesario que se buscaran «fórmulas para expandir las oportunidades laborales de los desempleados con menor formación». «A futuro, ha de ser precisamente un mayor nivel de formación de las nuevas generaciones el factor que permita el trasvase del empleo hacia actividades que lleven asociado un mayor nivel de productividad. Por ello, es crucial la mejora de la calidad del sistema educativo».
Al final, parece que estamos volviendo al principio. En lugar de hacernos fuertes y cuidar nuestros perfiles profesionales, nos hemos conformado con tener un trabajo, porque la situación era tan extrema que no podíamos pensar en algo más. Pero ahora que lo tenemos, no somos conscientes de que esa situación puede no ser eterna, sobre todo si descuidamos la productividad en nuestro día a día. Si no producimos, no generamos. Y si no generamos, tendremos que enfrentarnos a los resultados en algún momento, por duros que sean.