Desde hace ya algún tiempo, son varios los estudios e investigaciones que se ponen de acuerdo en la afirmación de una misma idea: aquellos empleados con jornadas laborales superiores a las 40 horas semanales acaban resultando improductivos. Este exceso de horas que se produce agota física y mentalmente a los trabajadores, que terminan por inutilizar esas horas extras -muchas veces innecesarias- y que no mejoran su productividad.
Para muchos empresarios y trabajadores, tanto de nuevos negocios como de aquellos fuertemente posicionados en el mercado, las largas jornadas y las horas extra significan casi más una especie de ?servicio de honor y respeto? hacia la empresa que auténticas horas productivas. Al menos en España, está erróneamente bien visto quedarse más tiempo en la oficina que el jefe, hacer muchas horabs extra y salir el último por la puerta. Por desgracia y en la mayoría de los casos, se trata de un tiempo que realmente no se aprovecha en tareas productivas y que termina por emplearse en estar presente en la oficina y poco más. Incluso hay quien justifica su actividad mandando un email a última hora para que se le reconozca su esfuerzo.
En este sentido, hay un artículo del Wall Street Journal publicado por la escritora Laura Vanderkam que afirma que "vivimos en una sociedad competitiva y preferimos lamentar nuestra falta de sueño y el exceso de trabajo para demostrar que estamos dedicados a nuestros trabajo y nuestras familia al completo". Error.
Expertos psicólogos defienden que pueden invertirse más horas en la jornada laboral siempre y cuando se trate de un periodo breve y puntual, de dos a tres semanas máximo, y porque sea imprescindible para la entrega a tiempo de un trabajo prioritario para la empresa. En caso contrario coinciden en lo mismo: trabajar más de 40 horas es simple y llanamente improductivo e incluso dañino para el empleado y la organización.
Como ya hemos comentado, las largas horas en la oficina son a menudo más una forma de probar algo de cara a la organización y nuestros superiores que para conseguir un mayor volumen de trabajo o mejores resultados en las tareas asignadas al trabajador. Sólo habría que preguntar a aquellas empresas cuyas jornadas se acercan a las 50 o 60 horas a la semana... ¿Realmente se creen que son más productivas?
Demasiadas horas de trabajo afectan a nuestra salud
Las diferentes investigaciones realizadas desde los años 60 hasta nuestros días, tanto de índole empresarial, universitarias, sindicales, de asociaciones industriales o militares, han demostrado que trabajar muchas horas durante largos períodos no es sólo inútil sino que termina por ser perjudicial para la salud de los trabajadores. Curiosamente, ya en el año 1962 la Cámara de Comercio publicó un documento ensalzando las ?ganancias de productividad de la reducción de horas".
Los motivos resultan lógicos, los trabajadores muestran síntomas de fatiga y cansancio a la vez que disponen de menos horas para su propio tiempo de ocio y disfrute personal (no existe conciliación laboral y la motivación cae en picado), lo que termina traduciéndose en altos niveles de estrés ya que apenas se disponen de horas para descansar y organizar tanto su vida personal como laboral. Permanecer más tiempo del necesario en la oficina y no descansar ni poder pasar tiempo en sus casas, afecta psicológicamente a los empleados más de lo que las empresas imaginan.
Lo que han demostrado todos estos estudios una y otra vez es que los trabajadores tienen ocho horas buenas y fiables de trabajo al día. Es decir, hacer que un empleado esté alrededor de diez horas de jornada no resulta beneficioso para la empresa ya que su productividad laboral final será de ocho horas y más allá no rendirán. Sería bueno empezar a aplicar la regla de los tres ochos: 8 horas para dormir, 8 horas para trabajar y 8 horas para tiempo personal.