Dolor de espalda, de cervicales, vista cansada, tensión ocular, mala circulación... son los primeros síntomas de algo que no funciona en el puesto de trabajo. Si no se pone solución las jaquecas se convierten en migrañas, el cansancio en fatiga y el estrés o la ansiedad en depresión. Trastornos que derivan en enfermedades crónicas con el entorno laboral como punto de partida y que actúan como principales ladrones de tiempo.
Fatiga, estrés y sus consecuencias
Muchas veces hemos oído hablar de la fatiga, pero puede que sin saber que:
- Se origina en un esfuerzo que va más allá del cansancio y produce agotamiento.
- Entre su consecuencias está la incapacidad que provoca a la hora de continuar con el desempeño normal o al ritmo habitual.
- En estadios avanzados, puede afectar también a la memoria.
Sea su origen puramente físico o también psicológico, en cualquiera de los casos termina afectando negativamente al rendimiento, minando la motivación y extendiéndose sus consecuencias también al entorno. De hecho:
- Contribuye a incrementar la siniestralidad.
- Impulsa a la pérdida de tiempo.
- Disminuye la productividad.
- Aumenta los gastos.
Si esta fatiga está causada por el estrés, el panorama empeora, ya que está demostrado que cuando esto sucede los empleados pueden perder entre uno y cuatro días laborables de media por año, justificados por algunos de sus efectos secundarios, como por ejemplo la migraña.
Cuando no se detectan los problemas, cuando no se ponen soluciones, pueden alcanzarse situaciones extremas, como la del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), que provoca fiebre, dolor en las articulaciones e insomnio, que tiene su reflejo en el estado de ánimo de la persona, que se va degradando hasta alcanzar la pérdida de motivación en muchos casos, lo que conduce a un descenso de hasta el 50% en términos de productividad.
El problema es que, los síntomas de la fatiga crónica se pueden confundir con los de la pereza y este error sólo causaría más daño en la persona que:
- Se sentiría además frustrada, incomprendida y deprimida.
- Vería afectada su capacidad de concentración, a su nivel de atención y a su desempeño laboral.
- Comprobaría que sus relaciones personales con compañeros y superiores se deterioran.
Y todo esto, conlleva graves consecuencias para la organización, todas las cuales tendrían su reflejo en el margen de beneficios, y entre las que destacarían:
- Disminución de la producción.
- Descenso en la calidad.
- Insatisfacción de los clientes.
- Quejas de compañeros.
- Aumento del absentismo.
- Incremento de la siniestralidad.
- Problemas de organización (peticiones de traslados, necesidad de supervisión, etc.)
Sueño: la importancia de un descanso reparador
Nuestros hábitos de sueño no son saludables. Los españoles por el estilo de vida, por el tipo de ocio y por herencia cultural estamos lejos de los mínimos recomendables en cuanto a horas de sueño como así lo demuestra un estudio de ACNielsen.
- ¿Cuándo nos acostamos? No antes de las doce de la noche, al menos el 45% de los encuestados. Nada que ver con las horas de apagar las luces en otros países de Europa, que oscilan entre las 22 y las 23h como máximo.
- ¿Cuándo nos levantamos? Entre las 7 y las 8 de la mañana (el 37%), mientras que en Europa es más de la mitad de la población quien se levanta antes de las 7h.
- ¿Cuántas horas dormimos? Una media de seis horas, que nos ponen a la cola de escasez de sueño en comparación con todos los países europeos, ya que sólo nos supera Austria.
- ¿Cuál es la causa de nuestra falta de sueño? Un alarmante 75% asegura que el causante es el trabajo, cuando la media europea es del 53%. La segunda razón son los hábitos, respuesta que dan el 25% de los entrevistados, seguida de la familia y los niños, que son citadas por el 10%.
Esto es importante porque dormir poco afecta a nuestra salud. El Dr. Estivill, doctor eminente y muy conocido experto en el sueño, afirma que los españoles dormimos peor que otros europeos y que el déficit de sueño es acumulativo (sus estudios demostraron que el número de errores que se cometen cuando se duerme menos asciende en progresión geométrica). Y por eso es recomendable:
- Dormir entre 7 y 8 horas diarias.
- Acostarse en torno a las 22h.
- No trasnochar si se tiene que madrugar.
- Acudir al puesto de trabajo después de haber disfrutado de un descanso reparador.
Para recuperar la productividad que necesitamos y para vencer la batalla a este ladrón de tiempo tenemos que luchar:
- Contra la televisión y su programación (el fútbol es un ejemplo de ello: un partido de fútbol de la Selección española contra Uruguay emitido recientemente a las 24h tuvo más de cinco millones de espectadores... que acudieron a sus trabajos al día siguiente con varias horas menos de sueño).
- Contra la vida moderna: todos los avances, incluidos los más básicos, como el tener luz, hacen que tengamos esa opción de quedarnos despiertos hasta tarde realizando cualquier tipo de actividad.
- Contra nuestra cultura: trasnochar, salir hasta tarde, quedar con amigos entre semana son costumbres que restan horas a nuestro descanso y nos pasan factura al día siguiente.
Los españoles ponemos nuestra salud en peligro al jugar con nuestro sueño. Nos arriesgamos a sufrir pérdidas de memoria, déficit de concentración y aumento de la irritabilidad, además tendemos a estados de fatiga, con todas las consecuencias para el individuo y la organización que se han descrito anteriormente, y todo esto sin mencionar que el riesgo de accidente se multiplica.
Y lo único que nos aventajaba respecto a nuestros vecinos europeos en cuanto a hábitos saludables que garantizaban el descanso está en vías de extinción ya que, como menciona el doctor Diego García-Borreguero, jefe de la Unidad de Sueño del Hospital Ramón y Cajal de Madrid: "La siesta, tan española y reparadora, está desapareciendo".