Para alcanzar el éxito empresarial deben confluir varios factores. Aunque la actitud de los directivos es clave.
A los fines prácticos ser emprendedor o empresario es lo mismo, pero cada concepto tiene una connotación diferente en realidad. El concepto de emprendedor es la figura que más conviene a una pequeña empresa, y ahora te explicaremos porqué.
Muchas personas deciden hoy montar un negocio por cuenta propia arriesgando capitales e ilusiones, con dos objetivos concretos: obtener una cierta rentabilidad y ser sus propios jefes. Lo de montar el propio negocio equivale a hacerse empresario pero como hoy en día ese es un concepto casi negativo se prefiere hablar de emprendedores.
Ser emprendedor es ahora mucho más positivo que ser empresario, pero entonces ¿cuáles son las diferencias?
Diferencias entre emprendedor y empresario
El emprendedor se caracteriza por estar trabajando todo el día. Su proyecto es su vida y, por esta razón, no existen festivos ni prácticamente descansos. Se asume que el proyecto tiene una serie de necesidades que, muchas veces, no pueden esperar a mañana. El empresario, en cambio, tiene muy clara su agenda, cuáles son los horarios de trabajo y la razón por la cual están haciendo horas extras. Pero el objetivo, en la medida de lo posible, es salir de la oficina a las 18.
Mientras el empresario suele ser reacio a implementar grandes cambios tecnológicos en su empresa, para el emprendedor es fundamental hacer negocio desde lo digital. Se asume que el coste que supone mantener los sistemas informáticos y tecnológicos de una empresa no es un gasto, sino una inversión que ayudará en la consecución de los objetivos.
Los empresarios suelen gestionar y administrar empresas relativamente grandes mientras que los emprendedores, por su parte, son los dueños y, en muchas ocasiones, fundadores de sus propias compañías que suelen ser muy jóvenes y con todo un recorrido por delante.
La importancia del dinero también marca la diferencia entre un empresario y un emprendedor. Para el primero, los beneficios son el objetivo principal en la constitución de una empresa, y a ello dedica buena parte de los esfuerzos de su día a día. Para el emprendedor, por su parte, el dinero es secundario, primero es necesario afianzar las bases de su compañía en el mercado y luego llegarán los beneficios.
La base del éxito empresarial es la productividad
Más allá de las etiquetas, la base del éxito en cualquier compañía, sin importar el tamaño, es la productividad que se pueda llegar a alcanzar. La productividad es la esencia de una organización y para llevarlo a cabo es necesario tener en cuenta algunos aspectos.
Antes que nada establecer metas claras. Confeccionar las pautas a seguir y delimitar en el tiempo el alcance de las mismas. Al contrario de lo que se piensa, la productividad no es trabajar más horas, sino que las que se trabajen sean provechosas y estén bien enfocadas.
Es fundamental fomentar las sinergias. La comunicación favorece el trabajo entre los equipos, genera motivación interna y con ello se produce un aumento significativo de la productividad.
Nunca olvidar alentar la creatividad. Este punto no se logra solo con medidas económicas, es importante incentivar la creatividad para alcanzar objetivos innovadores y producir cambios en la empresa que permitan aumentar la productividad.
Innovar en materia tecnológica. Como se dijo más arriba las empresas tienen que ser cada vez más competitivas y para ello requieren innovar utilizando nuevas tecnologías, invirtiendo en procesos de producción que ayudan a aumentar la productividad.
La importancia de la flexibilidad y la conciliación laboral. Esto es esencial para incrementar la motivación de los trabajadores: un trabajador que no esté contento tiende a ser menos productivo.