¿El cliente siempre tiene la razón?
La inteligencia empresarial no está solo en saber vender un producto o contratar buenos trabajadores, también es necesario rodearse de buenos clientes. El viejo lema de ?el cliente siempre tiene la razón? vive un punto de inflexión ante las nuevas relaciones laborales de horizontalidad.
Las empresas que trabajan para otras empresas suelen tener clientes muy exigentes. Pero aquellos que se dedican a tratar en forma directa con el consumidor, no tienen menos problemas. La exposición que sufren aquellos que deben enfrentarse a malos clientes, no solo desgasta su vida personal sino también la eficacia de la empresa para la que trabaja.
Siempre se ha dicho que el cliente siempre tiene la razón, pero todos sabemos que eso no es verdad.Las organizaciones del nuevo mundo y las relaciones laborales que allí se construyen hace que la horizontalidad reina por sobre el caducado sistema jerárquico. Aunque hay clientes que siguen comportándose de manera errónea con quien provee los servicios o productos que necesita. Aquellos clientes dejan de ser importantes para las compañías y se convierten en el principal problema de cualquier organización.
Hoy, os presentamos algunos tipos de clientes que nunca suelen tener razón y que es mejor quitárselos de encima, antes que su actitud repercuta en nuestro propio negocio.
El cliente poco ético. Las maniobras ?raras? o la falta de transparencia está a la orden del día en la mayoría de los ámbitos. Siempre es un error trabajar con personas que no se adaptan a las normas y leyes, ya que pueden acabar perjudicando gravemente nuestro negocio. Mientras que en algunas circunstancias es posible ser flexible, ante este tipo de cliente es mejor quitárselos de encima cuanto antes.
El cliente poco razonable. El empresario y el cliente suelen tener un objetivo común: maximizar sus propios beneficios. En estos casos dependerá del tipo de negocio en el que se esté implicado, pero la realidad es que un cliente que no puede razonar y entender lo que el empresario le aconseja que es mejor para sí mismo o su negocio, será mejor no tenerlo de cliente.
El cliente intolerante. Aun hay personas que discriminan, son racistas, sexistas, o clasistas, y deciden no incluir en sus potenciales consumidores a personas que no tolera. Por ello es fundamental detectar a tiempo este tipo de cliente, y alejarse de ellos.
Cliente violento o abusivo. En este caso suele suceder tanto en clientes dueños de empresas como en aquellos que van a una tienda de ropa a comprar. Muchos vendedores han tenido que soportar la ira y los gritos de sus clientes, tolerados por el pensamiento de que ellos siempre tienen la razón. En cambio, los clientes también se equivocan. El respeto por el otro siempre va delante de cualquier situación laboral.
El comprador compulsivo. Hay clientes que suelen ir detrás de falsas oportunidades y destruyen así su negocio. Este es otro tipo de cliente que no conviene tener, aunque en realidad dependerá de si es o no una persona flexible, y si demuestra una actitud proactiva a dejarse asesorar. Si no es así, también debemos descartar al comprador compulsivo.
Poco comprometidos. Por último, está aquel cliente que hace promesas que no cumplirá. Se puede ser flexible ante este tipo de cliente en una primera instancia, pero una vez detectada esta personalidad, mejor alejarse también.
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