Dirección por misiones ¿qué es? ¿lo necesito en mi empresa?
La dirección por misiones es un nuevo enfoque para enriquecer la dirección por objetivos que ya todos conocemos. Con este sistema, integramos la misión de la empresa en el sistema de gestión, a través de misiones más individualizadas, y así se orientan los objetivos al servicio de la misión y se promueve el compromiso de los trabajadores con esa misión.
Todo empezó en el año 2001 cuando William George, presidente y director general de Medtronic, Inc., fué premiado como el mejor ejecutivo del año por la Academia de Management. William George había cogido la dirección de Medtronic en 1991, con un valor de 1.000 millones de dólares y en aquel momento alcanzaba los 70.000 millones. Aunque lo que se premió no fue el qué, sino el cómo. El premio fue por haber hecho las cosas bien, por haber sabido crear y mantener una organización centrada en una misión bien articulada, y no realmente por los resultados económicos, que fueron la consecuencia de haberlo hecho bien.
La misión y los objetivos se requieren mutuamente: una misión sin objetivos es una misión muerta, y un objetivo sin misión es un objetivo ciego. Podríamos analizar esto aplicado a un deporte, por ejemplo y como algo que vivimos cada semana, al fútbol. Cada partido tiene varios objetivos, como por ejemplo, no encajar goles, marcar goles, no perder balones, generar ocasiones de gol. Todos estos objetivos tienen una misión, ganar el partido. En este caso, y mirando a largo plazo, podemos exponer también que ganar un partido es un objetivo para la misión de ganar un título al final de temporada, y de este modo darle más notoriedad al club (o a la empresa). En este caso, la misión a corto plazo se convierte en un objetivo para la gran misión.
Así pues una misión es la contribución que debe dar sentido a un objetivo. Por ejemplo, ser el número uno en el sector, diferenciarnos en nuestros productos y servicios, etc. La dirección por misiones se basa en distribuir la misión de la empresa en misiones a distintos niveles de la organización. Cada misión participa de las misiones de orden superior de modo que todos los estamentos acaban participando de la misión general de la empresa.
Además, la misión está calificada a su vez por unos valores. Los valores son los criterios de actuación que orientan las decisiones ante las distintas alternativas que se presentan en el día a día para realizar la misión. Dos empresas pueden perseguir la misma misión y en cambio, desarrollar una cultura muy distinta, si los valores reales que transmite cada empresa son distintos. Por ejemplo, tres empresas con un mismo producto pueden tener la misión de ser la número uno de su sector, pero una lo hace a través de precios, otra de calidad, y la otra, de diseño, y esos caminos aportan unos valores diferentes a cada empresa.
Caracteristicas de la dirección por misiones
Pero lo más importante, es que la misión debe cumplir tres características fundamentales:
- Contenido: El contenido de la misión es la capacidad de identificación que tiene la misión para las empresas, que la realizan. Por ejemplo, si la misión es maximizar el beneficio de los accionistas, difícilmente los trabajadores se identificarán con esa misión, así la misión debe contener estamentos que beneficien a todos los niveles de empleados.
- Credibilidad: Quizá este es el gran problema de la mayoría de empresas y de muchos directivos. Tener una misión profunda y unos valores ricos, pero la evaluación y el premio a base de objetivos económicos agresivos hace que incluso vayan en contra de la misión. Es decir, la estructura de la empresa y el funcionamiento de todos los estamentos, tienen que estar bien alineados con la misión.
- Urgencia: Bien, si no hay algo de prisa por conseguir alcanzar un objetivo, es que no existe realmente un sentido de misión. Un equipo o un grupo que no tiene metas exigentes y apremiantes, ha caído en el paternalismo, que es una enfermedad para la misión. Una empresa que quiere crecer nunca se conforma con lo ya obtenido, y sigue teniendo ansias de crecer o mejorar, y esto es una exigencia del sentido de la misión. Eso implica que toda empresa debería tener una exigencia realista.
En resumen, podríamos decir que misión y objetivos van cogidos de la mano, y que el cumplimiento de los objetivos realistas propuestos, son el camino para poder alcanzar la misión de la empresa, y sus misiones individuales. También hemos deducido que la misión debe conseguirse a través de los valores de la empresa, y que para que comprometa a los trabajadores, debe aportarles algo también a ellos como misión, metas que les comprometan también a involucrarse en la misión. Y finalmente, el éxito de la misión, dependerá firmemente de su contenido, para que los trabajadores se identifiquen con ella, de su credibilidad en función de cómo trabaja la empresa, y de la urgencia o exigencias que la propia empresa se imponga por alcanzar esos objetivos.