Ya hemos hablado con anterioridad de la conciliación laboral y familiar, pero cada día se convierte más en una necesidad básica y primordial para el funcionamiento de la sociedad. Con un nuevo modelo familiar donde las dos partes trabajan en igualdad, es inconcebible que una de las dos partes tenga que renunciar a su vida laboral para tener descendencia. Pero con un sistema de trabajo tan atrasado, y unos horarios tan extendidos como irracionales, la conciliación laboral y familiar se convierte en una ardua tarea para las jóvenes parejas, que deben recurrir a sus padres (si los tienen) como apoyo para seguir adelante.
El sector público en España, afortunadamente, está mejor adaptado en horarios. Conocemos funcionarios que trabajan desde cuatro horas hasta siete y media, algunos de ellos las hacen seguidas, otros en jornada partida. En muchos ayuntamientos ya se están haciendo pruebas para teletrabajar un cierto número de horas, lo que todavía proporcionará más flexibilidad horaria a este sector. Podemos decir que la conciliación laboral y familiar es más sencilla para los funcionarios.
El problema más grave lo encontramos en el sector privado. Aunque la jornada laboral es de ocho horas diarias, (según convenios puede variar levemente), es cierto que la mayoría de trabajadores pasan en el trabajo una media de 10 horas. Somos además un país que lejos de tener unos inicios de jornada tempranos, como en el resto de Europa, no nos gusta mucho madrugar. Así vemos jornadas de diez horas, donde el trabajador entra a las 9 de la mañana, y sale a las 8 de la noche, con una hora para comer. Lógicamente, si los horarios de los colegios acaban a las cinco o seis de la tarde, la conciliación es imposible.
Tampoco está bien visto en algunas empresas que el trabajador haga jornada intensiva, entrando más temprano y saliendo más temprano, y tratan de que todos tengan el mismo horario para poder controlar mejor las entradas y salidas. Sin duda, esto es un grave problema para padres que quieren combinar horarios, uno más de mañanas y otro más de tardes, de modo que cuando uno esté trabajando el otro cubra el tiempo para cuidar a los hijos, recoger la casa, hacer la compra, etc. De nuevo, la pareja tiene que recurrir a los padres, si los tienen, o a una persona que les cuide, gastando un dinero que muchas veces casi iguala el sueldo de uno de los dos, lo que les hace replantearse seriamente, hasta donde es conveniente que uno de los dos deje de trabajar, y con esto, ya estamos de nuevo en la España de hace treinta años.
El papel de la mujer en la conciliación laboral familiar es fundamental. Sucede que está mejor visto que una mujer reduzca su jornada para cuidar de la familia, pero no así que sea el hombre quien pueda disfrutar de este permiso. Sucede, aunque no mucho, que en algunas familias el sueldo fuerte es el de la mujer, y el perjuicio para la familia si ella renuncia a su puesto es mucho mayor. La igualdad, aunque cada vez está más cerca, todavía no es algo normalizado.
Una de las mejores soluciones que se conocen para ayudar a la conciliación, es el teletrabajo. Pero en un país donde se intenta que todos trabajen los mismos horarios por desconfianza de que se cumplan, ¿cómo se va a confiar en que alguien trabaje desde su casa u otro lugar? Aunque hay herramientas que miden la productividad, como Workmeter, que nos permitirían basar el trabajo en este ella, la mentalidad del empresario sigue siendo medir el tiempo que se trabaja, en lugar de la calidad del trabajo que se realiza, y el tiempo real que se trabaja.
Los que han cambiado el chip, se han percatado de que realmente lo importante es el tiempo productivo, y no el tiempo en la oficina. Este sistema es algo que también se debería aplicar mucho a los funcionarios y trabajadores públicos, ya que su fama de poco productivos les precede. Pasar más horas en la oficina no implica ser más productivo necesariamente. Si midiéramos el trabajo por tareas y productividad, mucha gente no necesitaría trabajar ni siquiera ocho horas, lo que permitiría una conciliación mayor, y una mayor productividad para la empresa.
Finalmente, y más importante, la posibilidad de que los trabajadores puedan conciliar trabajo y familia, genera felicidad y estabilidad, dos factores importantes para que sus cabezas funcionen al 100% en su trabajo, y que sean todavía si cabe más productivos y eficientes en sus puestos de trabajo. No olvidemos que el objetivo de una persona es su realización personal, en la que entra tanto el trabajo, como la familia, sean cuales sean sus objetivos finales.
Y tú ¿ya concilias tu vida personal y laboral en tu empresa? ¿crees que es posible que la conciliacion laboral-familiar sea algo normalizado en nuestras vidas? ¡Esperamos tu respuesta!