Nuestra productividad en el trabajo varía acorde a toda una serie de factores que se escapan más allá de nuestras propias ansias y ganas de trabajar. Nuestro espacio de trabajo influye en cómo trabajamos y por tanto en si trabajamos bien o no.
Hace medio siglo la moda imperante de la época apostó por eliminar los despachos ocupados por un trabajador sólo para dar lugar a espacios abiertos donde todos los empleados trabajaban juntos. Una auténtica revolución que trajo consigo beneficios económicos a las empresas ya que ahorraban costos y espacio: donde antes trabajaba uno, ahora trabajaban 15. Sin embargo, no tardaron en aparecer las críticas, ya que muchos afirmaban que al compartir el espacio de trabajo se perdía concentración y se estaba más expuesto a interrupciones indeseadas lo que necesariamente mermaba la productividad.
El debate continúa en la actualidad, como lo demuestra que el año pasado, Harvard Business Review dedicó cuatro de sus doce portadas al tema y es que los directivos de las grandes empresas están buscando la forma de adaptar el espacio de su compañía a las necesidades reales de sus trabajadores: intimidad, flexibilidad y socialización.
Grandes empresas como Silicon Valley, Facebook, Microsoft afirman que la clave está en ofrecer entornos humanizados a los empleados, es decir, nuevos espacios de interacción social que antes estaban excluidos de las áreas de trabajo.
Sin embargo, estos espacios comunes también benefician la aparición de interrupciones de compañeros y problemas para saber concentrarse en el trabajo. Esto suponía que las jornadas de trabajo se alargasen más allá de lo establecido y que aflorase la frustración de los trabajadores, un estado de ánimo altamente contagioso en una organización.
Por tanto surge la necesidad de crear nuevos espacios de trabajo híbridos, que satisfagan las necesidades sociales de los empleados pero también que sea un entorno que favorezca su productividad y concentración. Por ello se ha empezado a apostar por lo que se conoce ya como ?oficina híbrida?, es decir, un espacio donde los empleados no tengan un lugar de trabajo asignado, sino que en función de la tarea que tengan que hacer utilizarán un lugar u otro. Así, existen salas de trabajo en equipo, salas de reuniones, despachos individuales?
Esta remodelación del lugar de trabajo viene acompañada por un cambio de cultura, donde tanto las compañías como los edificios tienen que adecuarse a las nuevas dinámicas de trabajo. En los puestos de trabajo de hoy en día ya no estamos atados a una máquina fija, sino que la tecnología que necesitamos es móvil. ¿Por qué entonces el trabajo sigue siendo fijo?
Francisco Vázquez, fundador de 3g office afirma que ?la sociedad ha generado nuevos modelos de negocio que ya no reclaman jornadas de nueve de la mañana a cinco de la tarde. La eficacia de los trabajadores ya no se mide por el número de horas que pasan en la oficina?. Por tanto tenemos que incentivar la corresponsabilidad de cada empleado, para que él mismo sepa capaz de dirigir su tiempo y su esfuerzo a las actividades que requiere su trabajo, sean donde sean.