Garantizar la continuidad de las personas en la empresa y cuidar a los empleados clave de la organización tiene mucho que ver con la retribución, la motivación y la satisfacción.
Encontrar los perfiles más cualificados, desarrollar las carreras de los empleados, satisfacer sus necesidades, mejorar la productividad de los equipos… cualquiera de estos objetivos supone un desafío que no depende exclusivamente del área de Recursos Humanos. El reto multiplica su complejidad en épocas de recesión,como la que se vive actualmente, en las que gestionar el talento en base a un salario fijo no es una opción.
En este post hablaremos de la gestión del capital humano y el talento en la empresa. Si te interesa el tema, descarga nuestra guía gratuita sobre gestión del talento:
Lo cierto es que tampoco es eso lo que buscan los profesionales y por eso la solución pasa por administrar el talento en función de la productividad y la consecución de objetivos. Para ello es necesario:
- Descomponer el salario en dos partes, una fija y otra variable.
- Encontrar los factores motivadores más valorados.
- Incentivar en base a ellos.
Establecer una política de salarios variables organizada en función de los incrementos de productividad reduce costes estructurales fijos, ya que los gastos dependerán directa y proporcionalmente de los resultados obtenidos. Mayores gastos sólo vendrán justificados por mayores ganancias. Al mismo tiempo, la retribución flexible fomenta la motivación, es la base del concepto de salario emocional, que hace posible que la empresa incentive al trabajador sin incurrir en costes de tipo económico.
Gestión del talento y ahorro de costes: ejemplos prácticos
Gestionando adecuadamente el talento es posible controlar el gasto, reducir costes y aumentar beneficios. La forma de hacerlo no es sólo una. Algunas de las mejores propuestas que ya están en marcha en muchas empresas tienen que ver con:
- Formación: ayudar a crecer a los empleados es una inversión de futuro. Contar con profesionales especializados y cualificados en la plantilla es la alternativa más deseable por cualquier empresa. De hecho, en muchos casos ni siquiera implica incurrir en gastos, ya que todas las empresas privadas que cotizan en concepto de Formación Profesional, disponen de un crédito anual que las habilita como beneficiarias de bonificaciones para cursos de formación, que no les cuesta ningún dinero extra puesto que se trata de cantidades que ya se habían pagado a la Seguridad Social.
Créditos fotográficos:«Accounts To Pay» by David Castillo Dominici
- Flexibilidad y racionalización horaria: ambos conceptos van de la mano con el fin de la cultura del presentismo. Establecer un horario de entrada y salida flexible, con una pausa para comer no superior a 45 minutos es una manera de conciliar, dotar al individuo de autonomía y aumentar su satisfacción laboral, por tanto, incrementar también su motivación y productividad. A la vez, se consigue ahorrar, ya que este tipo de medidas suponen menos horas de la plantilla en la oficina, lo que se traduce en una reducción considerable del gasto energético (que puede llegar a suponer un 20% menos en cada factura).
- Conciliación laboral: la conciliación mejora la productividad en un 17% y reduce el absentismo en un 30%, está demostrado. Dicho de otra forma, conciliando las empresas ahorran, porque logran evitar costes de rotación no deseada y también por el incremento de productividad que consiguen, que les hace aumentar beneficios.
- Teletrabajo: reducir el número de personas en la oficina y aumentar la proporción de teletrabajadores (al menos parcialmente) supone un ahorro mucho mayor del que se puede imaginar. Una sola persona que trabaje un único día a la semana desde su casa puede suponer un ahorro de entre cuatro y seis mil euros al año. Además de la reducción de costes, el teletrabajo conlleva otras ventajas, como la facilidad de contratación de personal cualificado, con independencia de su lugar de residencia.
- Menor rotación de personal: uno de los objetivos de la gestión del talento es retener a los empleados. Cuando los profesionales más cualificados y productivos no abandonan la empresa la tasa de rotación de personal disminuye. Esto significa un ahorro en gastos de reclutamiento y selección de personal, de formación, de descenso de productividad de las primeras semanas de la nueva incorporación y de quienes se quedan.
La realidad laboral ha cambiado y, hacerle frente implica unos costes. La forma de controlar ese gasto es transformarlo en el propio beneficio y pensar en el medio y largo plazo, en que esta inversión comenzará a rentabilizarse de forma sostenible y marcará la diferencia entre las empresas que se hayan modernizado y sus competidores.